Poco después de las dieciocho horas, del veintiuno de julio, del año dos mil tres, por encima de la ciudad de Tijuana, comenzó a precipitarse una delgada agua con la identidad, de lánguidos brillantes.
Aquella garúa se ha de retirar de la ciudad de Tijuana, hasta las primeras horas del veintidós de julio, de años dos mil tres.
Más por aquel pluvial telón, un grupo de seres humanos y otros, no tan sanguíneos, tratarán de modificar las causalidades.
[Galería de fotos] Hugo García de Quevedo en la Feria del Libro de Tijuana
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