Aquí me quedo; entre la maleza y el vidrio,
en la vértebra de una espina.
Nadie cura al poema que duele
porque todo lo que no mata acaba muriendo
y este lugar de no patria, pero sí flor de carne
se exilia hasta las entrañas de la luna
con tal de contemplar el reflejo de sus pétalos en el agua.
Quién salva al poema que se ahoga,
sino el mar, el tiempo y la cordura.
“Entre las flores te fuiste. Entre las flores me quedo.”
Miguel Hernández (1938)