Vuelta a la superficie de Tom Daley

Descripción

Vuelta a la superficie de Tom Daley

Cuando avanzaba hacia el extremo de la plataforma de diez metros, bajé la vista un momento. El patrón distintivo de los aros entrelazados y las palabras «London 2012» brillaban a través del azul intenso del agua. Había pancartas olímpicas por todas las paredes disponibles, además de banderas de los países participantes, y me devolví la sonrisa al verme en numerosas pantallas que estaban por encima de las gradas. El ambiente era electrizante; era una cacofonía de ruido del sistema de PA**, vítores, gritos y aplausos del público. El sonido rebotaba por los techos cóncavos y ondulantes del London Aquatics Centre. Casi era ensordecedor. 

Vuelta a la superficie de Tom Daley

La historia de Tom Daley

Tomé aire, lenta y decididamente. El aire estaba cargado con el calor pegajoso del cloro y la multitud expectante. Necesitaba concentrarme, y mucho. El corazón me latía hasta las yemas de los dedos. 

Entre que abandonas la plataforma y golpeas el agua pasan 1.6 segundos. No había pasado por alto la importancia de aquellos 1.6 segundos que se acercaban. 

Este era el momento: la final olímpica y el momento con el que había soñado, y por el que había trabajado, durante toda mi vida. 

Sonó el silbato y se hizo un silencio inquietante. Lo único que podía oír era un borboteo delicado y rítmico y el movimiento del agua mientras fluía por los drenajes. 

Me encantó el murmullo del grupo de mi país. Había 18 000 personas en la piscina y los canales principales de la BBC emitían los saltos. Sabía que en mis hombros cargaba con las esperanzas de muchas personas y que me observarían millones de pares de ojos desde sofás, cocinas y jardines, aparte de la concentración de los siete jueces que puntuarían la ejecución de mis saltos, pero la presión me pareció algo positivo. La sentía como una efervescencia poderosa y un subidón de adrenalina. Para la mayoría de deportistas, competir en unos Juegos Olímpicos es una oportunidad única en la vida. Competir en casa en unos Juegos Olímpicos es algo que muy pocos logran vivir.

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